ALMENARA. COSTA ANTIGUA

En el extremo oriental de la sierra de Almenara, sobre la surgente de les Llacunes que se emplaza junto al marjal, a 2 km de la costa y a 10,5 km de Sagunto está la Muntanyeta dels Estanys, con dos cumbres, la mayor de las cuales se situaba al oeste, estando la menor directamente sobre «els Estanys» (ahora prácticamente arrasada como consecuencia de los trabajos de explotación de una cantera) 


En este lugar se han documentado restos, ya desaparecidos, cuya investigación tiene una larga historia

Siguiendo la recopilación del profesor Ferran Arasa, la primera noticia publicada se debe a Masdeu en el año 1800. No obstante, la historia de su descubrimiento parece ser incluso algo anterior.  

La siguiente noticia conocida acerca del yacimiento es una nota de prensa de Pla (1807).  En ella indica que, estando en la falda del monte, apreció «unos grandes carriles» que le condujeron hasta un área de ruinas antiguas, que identificó con el templo de Venus que menciona Polibio (en el libro III, dentro del relato de la segunda guerra púnica se refiere al campamento que los romanos situaron unos 40 estadios al norte de Sagunto, dice, en las proximidades de un templo de Afrodita-Venus. La referencia es demasiado sugerente para obviarla y desde el principio se relacionaron los hallazgos con ella. la refencia ya no aparece en autores posteriores como Tito Livio y Apiano, pero en beneficio de Polibio hay que decir que él vivió mucho más próximo al tiempo de lo hechos).

En los años siguientes, Laborde (1811), el rector de Almenara, J.B. Fígols (1818),  Ribelles (1820), Pla (1821), van haciendo nuevas menciones a estos restos. 

Durante el siglo XX, se hicieron algunos trabajos arqueológicos.  

En 1950, José Alcina efectuó unas excavaciones, sobre las cuales publicó una memoria. En 1958 se efectuó una prospección submarina en el Estany Gran, que posibilitó el hallazgo de cerámicas romanas y medievales, cuyos resultados se publicaron algunos años más tarde. Flétcher y Tarradell efectuaron diversas prospecciones en los años sesenta , así como ciertos miembros del Centro Arqueológico Saguntino que depositaron algunos materiales en el Museo de Sagunto.  Mesado (1966) pudo efectuar el último estudio arqueológico in situ, antes de la destrucción del yacimiento

Con posterioridad, el yacimiento ha sido objeto de atención por parte de diversos investigadores. El estudio de Arasa de 1999 es un estudio completo de todo lo que se hizo a esta esa fecha.

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A pesar de todos los esfuerzos realizados, existen aún aspectos polémicos.

¿Estuvo allí el templo que cita Polibio como siguen defendiendo algunos investigadores  como  Corell? ¿No existe base para afirmar tal cosa, siendo los restos hallados antiguos monumentos funerarios en relación a una villa, como defienden Aranegui o Arasa? 

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¿Cómo eran los edificios?

En la cumbre oriental de la Muntanyeta se encontraban las ruinas mencionadas por los primeros autores que se ocupan de este yacimiento. 

El conjunto denominado B ocupaba la cima, siendo el peor conocido de todos; tan sólo existe una referencia de Laborde (1811), quien sitúa en este lugar construcciones, según él, modernas. 

Resultado de imagen de els estanys almenaraSarthou publicó dos fotografías a inicios del siglo xx, en las cuales se aprecian restos de un muro de un metro de altura, así como una base de pilastra estriada. Esta construcción es la que se consideró como un templo romano. 

Alcina (1950) halló ya este edificio muy arrasado y no lo excavó en su totalidad, por lo que no dibujó su planta. En la vertiente norte se apreciaba la sección de un pavimento; a partir de aquí, Alcina excavó una trinchera a lo largo de toda la cima, documentando varios muros (uno de ellos, muy arrasado, de 1,50 m de espesor) dispuestos en diversos ángulos. Tanto en los suelos como en las paredes se apreciaron signos de incendio

Este edificio debió tener una altura considerable, y al parecer estaba provisto de pilastras, con las que acaso puedan relacionarse algunos capiteles hallados en el yacimiento; por este motivo, Arasa sugiere que pudiese tratase de un monumento funerario, puesto que es característico de este tipo de construcciones el estar provistos de pilastras exteriores decoradas con capiteles; su datación es indeterminada, pero parece tratarse de una construcción de los primeros siglos del Imperio

No obstante,  ello no invalida su posible atribución a un templo. 

Posteriormente, algunos miembros del Centro Arqueológico Saguntino efectuaron una prospección en la que identificaron los restos de otro monumento de menor tamaño, que consideraron también un templo, y que tal vez se relaciona con el otro edificio. Es posible que, dado que se encuentra en el lugar más elevado, se aprovechasen las ruinas de una edificación romana para levantar una construcción defensiva en época medieval, a la que podría referirse Laborde.

(Ambos edificios, uno mayor y otro de menor tamaño, ambos en la cima, forman el conjunto B. El templo es compatible con el edificio de mayor tamaño del conjunto B)

El denominado «conjunto C»  se encontraba en el lado sur de la cima situada más cercana al mar, a unos 10 m. del edificio menor del conjunto B. En su interior había una serie de compartimentaciones, un añadido posiblemente altomedieval, que desfiguraría el edifico originario. Se identifica esta construcción con un monumento funerario y tanto el ritual de la inhumación como otros indicios apuntan que se trata de un mausoleo romano  de los siglos III o IV. 

El dato clave de si las tumbas son contemporáneas o posteriores a la construcción del edificio no puede comprobarse en la actualidad. 

Según Mesado (que todavía vio los restos), el denominado «monumento C» tenía una planta rectangular de 17,05 x 8,45 m; tenía dos puertas, una abierta al sur y otra al oeste. En su interior, adosada al lado norte, se encontraba la cámara funeraria; consistía en una habitación de planta rectangular, de 8,80 x 4 m, con una puerta en el lado este; en su lado oeste había tres tumbas de inhumación, que no contenían ajuar. Se debía acceder al monumento por el lado sur, mediante una escalinata que se conservaba en unas dimensiones de 4,50 x 1,80 m. 

Inscripciones

En relación con el mausoleo puede ponerse un amplio conjunto de 13 inscripciones, que pertenecen a varias familias de la élite saguntina; por ello, no puede afirmarse con seguridad que Sergia Sergilla, uno de los personajes mencionados en las inscripciones, fuese la primera destinataria del mausoleo. En cualquier caso, resulta extraña esta profusión de personajes distintos en un mismo mausoleo. 


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El tercer edificio

Al sur del edificio C, Pla y Ribelles (1820s) situaban otra construcción «edificio D», donde efectuaron sus primeras excavaciones. Era una estructura de planta rectangular, de (9 x 5,4 m), con muros de 2 palmos (45 cm) de espesor, en cuyos extremos había dos elementos semicirculares a modo de exedras o ábsides, separados del resto de la construcción por sendas paredes: un edificio de planta rectangular biabsidada. 

Según Pla, tenía un pavimento formado por «ladrillo rojo y piedrecitas menudas», que podría ser un opus signinum. En este lugar se hallaron ocho pedestales, en su mayoría inscripciones funerarias. En la exedra del lado oeste se halló un relieve con representación de armas, así como tres fragmentos de una inscripción monumental con el texto Sergius M. [.....]. También se hallaron fragmentos de mármol blanco y otro bloque con molduras, que debían pertenecer a un revestimiento interior, quizás de este mismo edificio. Arasa supone que se trata de una construcción de tipo funerario, que en base a las inscripciones documentadas en los pedestales debe datarse hacia finales del siglo ii e inicios del iii, y que debe corresponder a un culto funerario de carácter familiar
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En resumen

se puede decir que las estructuras arquitectónicas estaban distribuidas en tres terrazas situadas en la cumbre y en la vertiente oriental (la que mira al mar). Todos ellos formaban un conjunto monumental, del que sabemos que los dos edificios inferiores tenían carácter funerario, mientras que del otro edificio sólo sabemos que tenía unos muros (muy gruesos) de 1,50 m de espesor y un pórtico con pilastras. 

Puesto que los otros dos monumentos son de cronología «avanzada», debido a la existencia del ritual de inhumación en un caso y a un inscripción del  año 326 otro, se puede plantear que el tercer edificio sea anterior, quizás del siglo I, como parecen indicar los elementos arquitectónicos. 

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El cuarto edificio

En la cumbre oeste de la Muntanyeta ( en la parte contraria al mar, la que mira hacia la ubicación actual de Almenara) había una construcción (denominada «edificio A») de planta rectangular, orientada al noroeste, con unas dimensiones de 9,1 x 7,7 m, que estaba provista de un ábside central que le proporcionaba una longitud total de 10,8 m. El interior estaba dividido en tres naves. 

Alcina la identificó con una ermita medieval, a partir de la planta y de las cerámicas halladas en la excavación, aunque hace mención al hallazgo de grandes ladrillos y tégulas con impresiones digitales. Por sus reducidas dimensiones y especialmente la distribución del espacio interior, Pérez Sánchez (1985) cree que puede tratarse de una iglesia paleocristiana, en lo que es seguido por Arasa. 

Es interesante señalar que en la zona se encontró cerámica de aspecto supuestamente «medieval» (pero que podría ser tardorromana), con decoración de acanaladuras, así como tégulas romanas, algunas de ellas unidas con argamasa, lo que permitió a Alcina suponer que formaban parte del techo de la construcción. 

Actualmente tan sólo quedan escasos restos, visibles en el mismo borde de la cantera que destruyó la mayor parte del edificio. Hipotéticamente en relación con este edificio pone Arasa un fragmento de inscripción hallado en prospecciones subacuáticas en el estanque, de discutible carácter cristiano, puesto que sólo se conserva un texto de difícil interpretación, en el que se aprecia la terminación -tor, que supone pudo completarse como viator y estar en relación con una inscripción colocada fuera del templo, destinada a llamar la atención del viandate. 

Dado que se trata, al parecer, de un edificio aislado, Arasa supone que pudo tratarse de una parroquia (posiblemente del siglo vi) de un pequeño núcleo habitado cercano a Saguntum. En el cuello que unía esta colina con la Muntanya Blanca, en el extremo oeste, existían unas carriladas (descritas por Pla y Ribelles) que ascendían por el lado norte; Mesado pudo verlas todavía en una longitud de 10 m, con una profundidad máxima de 50 cm.  es posible que estas carriladas deban explicarse como accesos a la zona de Els Estanys, o bien podrían corresponder a un camino que comunicase la zona septentrional con esta zona evitando las lagunas.


Los restos de la llanura y Estanys ¿Una villa?

Según Pla, los restos no se limitaban a la Muntanyeta, sino que también en «gran parte de la llanura oriental [...] todo su contorno está lleno de vestigios de paredes romanas, de fragmentos de urnas, de ánforas cinerarias, vasos purpúreos,  ladrillos sepulcrales», y se hallaron, en los trabajos agrícolas, «ramales de paredes enteras». También Ribelles hace mención de «fragmentos de tinajas, ánforas, ladrillos, tejas y barros saguntinos que cubren la tierra en la extensión de un cuarto de legua» (1,3 km). 

Laborde (1811) mencionaba también la existencia de ruinas junto al Estany, que según él testimonian la extensión de una antigua ciudad. Todo ello parece indicar que al pie de la Muntanyeta, posiblemente junto a su lado meridional, existió un asentamiento romano. De todos modos, las últimas intervenciones proporcionaron pocos materiales. 

Según Pla (1821) a cierta distancia de la Muntanyeta se halló un contrapeso de prensa hecho de piedra de Sagunto, con muescas laterales, que pesaba más de 500 arrobas (5 toneladas), así como otra piedra cuadrada (también con muescas); en la vertiente de la Muntanyeta se halló un fragmento de otra, similar a la primera. Asimismo, Alcina halló en la vertiente del monte una base de prensa, que interpreta con dudas como una base de columna. Por todo ello, hay motivos para identificar el yacimiento con un asentamiento rural

Por Chabret y las notas de Cebrián consultadas por Alcina sabemos que en el siglo xix se extrajeron tierras de la vertiente meridional de la Muntanyeta, y se hallaron sepulturas, sillares y numerosos objetos cerámicos. 

Cebrián excavó tambièn en esta zona algunos enterramientos sin ajuar; Alcina recogió noticias sobre la aparición de enterramientos de tégulas con cubiertas a doble vertiente en un huerto de naranjos cercano a los Estanys. 

En 1961, un tractor destruyó, en la zona llana situada al sur de la Muntanyeta, diversas tumbas con cubierta de losas; en el corte que quedó al pie de la Muntanyeta vio Mesado todavía tres de estos enterramientos. 

Según los datos proporcionados por Pla (1821) algunas tumbas de tégulas se encontraron apoyadas en uno de los contrapesos de prensa hallados en este lugar, dado que encrontró pegados al mismo «algunos ladrillos sepulcrales»; asociada a ellas (y también pegada al contrapeso de prensa) se halló una botellita de bronce con dos asas y parte de una cadenita.

La reutilización de los edificios, la abundante cerámica medieval y los numerosos enterramientos indican una intensa ocupación medieval del lugar. 

De muchos elementos decorados no se conoce la procedencia exacta. Se encontraron reutilizados en muchos lugares, como la torre del Mar (construida en el siglo xvi y destruida en 1801), o la capilla nueva del convento de Almenara (derribada en 1839), así como, según Pla, en muchas «paredes, umbrales y poyos» de Almenara. Pla menciona el hallazgo de columnas estriadas, molduras, volutas, cornisas, basas de piedra caliza azul saguntina y una llave de arco toral de mármol blanco, hallada por él mismo.

Laborde reproduce también algunos de estos elementos, como pilastras, un fragmento de moldura y un muro de opus quadratum con decoración de almohadillado.

Ribelles menciona también «zócalos de pilastras de cuatro caras» y dice que las piedras presentan muestras de haber sido incendiadas. El hallazgo de un capitel jónico publicado por Chabret es interpretado como perteneciente a un ámbito privado, tal vez unos baños.

Huguet  menciona un capitel dórico, «que no acusa gran pureza de estilo». Alcina hace referencia a algunos elementos arquitectónicos como metopas y triglifos. Asimismo, Mesado (1986) menciona diversos objetos, como un fragmento de friso decorado con óvulos y algunos fragmentos escultóricos, entre ellos la representación de una gran pechina sobre una basa jónica, un relieve de armas de mala factura y una especie de canal con protuberancias bulbosas, de los cuales se han publicado reproducciones gráficas.

En cuanto a la pechina, que Arasa sugiere que pudiese formar parte de la decoración de una zona ajardinada de la supuesta villa romana (tal vez un ninfeo o unos baños), señala su conocida relación simbólica con la diosa Venus, haciendo hincapié en su representación en las monedas saguntinas, con lo que Venus podría haber ejercido un papel de protectora de la ciudad de Saguntum.

¿Un puerto?

En la zona occidental de Estanys, V. Pla vio un muro de hormigón de 20 palmos (4,5 m) de longitud, en forma de ángulo obtuso, así como restos de una torre situada en el centro del Estany Gran; estos elementos le llevaron a pensar que se trataba de los restos de un puerto

Valcárcel, en un croquis que realizó de los mismos, presenta el muro de hormigón como un malecón, así como la supuesta torre mencionada por Pla. Cueco (1960) estudió estos dos elementos, llegando a la conclusión de que ambos tenían más de 4 m de alto; la torre medía 1,75 m de diámetro y a su alrededor había una gran cantidad de sillares; en el lado oeste de este estanque localizó una alineación de sillares que formaban un muro de contención de más de 100 m. de largo, que en algunos tramos presentaba decoración de almohadillado. 

En las prospecciones subacuáticas de 1958, además de hallarse fragmentos de sigillata, ánforas, tubos y un opérculo (Martín 1971) se pudo comprobar la existencia del citado muro, construido con sillares regulares, cuya profundidad descendía hasta los cinco o siete metros; en ocasiones (como en el estiaje de 1994) es posible observarlo directamente. Arasa supone que era un muro de contención para asentar las construcciones de la villa que emplaza en este lugar sobre los terrenos pantanosos, suponiendo que el hipotético faro (la torre de 1,75 de diámetro) sea en realidad una construcción decorativa en una especie de ínsula artificial que debería emplazarse en este punto.

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Con todos estos datos se pueden hacer algunas afirmaciones y plantear algunas preguntas:

Parece claro que en la parte más elevada de la colina existió un conjunto de edificios, algunos de ellos relacionados con cultos funerarios. Los hallazgos no son incompatibles con que algún edificio más grande, con gruesos muros y pilastras fuese un templo.

Parece claro también que en la base de la colina, junto a la marjal existió un habitat, que podría ser rural, y en concreto podría ser un villa.

De lo que no cabe duda es de la estrecha relación de todo ellos con la próxima ciudad de Sagunto.

Parece también que el tiempo de ocupación principal es el de los siglos I, II y III, y que pudo haber una reutilización de parte de los edificios de la cima después de la caída del Imperio, pero antes de la dominación árabe.

Resultado de imagen de villa romana con embarcaderoSi lo que había junto a la marjal era una villa, no parece que puede atribuírsele todo el conjunto de edificios a su uso privado, pues los datos de las inscripciones se refieren a familias distintas. 

El muro tipo malecón de la marjal es sin duda interesante. No parece que la marjal fuese un lugar apropiado para la existencia de un puerto lagunar interior. Habría que buscar la respuesta a la forma en la que se resolvía la salida al mar, y además el puerto de Sagunto está muy próximo.  Si el malecón fue realmente un embarcadero para ser utilizado por embarcaciones dentro de la marjal, entonces sin duda se trata de una villa de gran magnificencia y habría que preguntarse entonces quiénes fueron sus habitantes. 

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Problemas en el relato de Polibio. La lógica de la situación.


Los especialistas que se muestran escépticos con respecto a que el templo que aparece en el relato de Polibio estuviese realmente en esta ubicación se basan en algunas dificultades que se desprenden de la lógica misma del relato y de los resultados de los hallazgo arqueológicos.

Para empezar, se dice, el episodio que se cuenta no tiene correlato en otros textos de Tito Libio o Apiano. Este episodio se refiere a que el ejercito romano podría haberse acercado a Sagunto no mucho después de un primer desembarco del ejercito romano en las costas de Tarragona.

El caso es que Polibio cuenta un historia curiosa en la que los rehenes que había capturado Anibal en su recorrido hacia el norte en dirección final Roma, habían sido enviados a Sagunto como una interesante estrategia de guerra; de tal modo que esos rehenes serían la garantía de que las ciudades íberas que había ido dejando atrás en su avance no tendría la tentación de unirse a los romanos.

La historia se hace curiosa cuando un personaje de origen íbero convence a un capitán de la guardia cartaginés (de ambos dalos nombres) para que colabore con él en la liberación de los rehenes, con el supuesto argumento de que por un lado ésto servirá para disuadir al ejercito romano acampado cerca ( a cuarenta estadios) de asaltar Sagunto; y por otro lado, podría servir a los cartagineses como acto de buena voluntad hacia los íberos.

Según Polibio los argumentos del íbero convencen al cartaginés y el primero se pone en contacto con los romanos. Los rehenes quedan liberados e incluso este personaje actúa como protagonista en la devolución de los rehenes a sus ciudades de origen.

El relato es tan extraño y con tantos detalles que no parece una invención, al menos una completa invención. Si tiene fundamento real, tuvo que suceder poco después del paso de Anibal hacia el norte, pasado el primer invierno después del sitio y la destrucción de Sagunto.

Aceptada la verosimilitud del relato, se puede entrar en los detalles.

Se puede alegar que la distancia de 40 estadios es corta para la distancia que existe realmente entre Sagunto y la montañeta de Els Estanys. Pero esta distancia sólo puede ser tomada como un orden de magnitud (pongamos entre 30 y 50 estadios) con lo cual la distancia podría ser compatible.

Según lo que cuenta Polibio se puede interpretar que el ejercito acampó en un lugar desde el que se podía tener un control visual de Sagunto, a la vez que el resguardo que podía proporcionar la elevación del entorno. Todo ello compatible con el espacio alrededor  de la montañeta (sierra de Almenara).

Finalmente, se puede alegar como dificultad principal que la marjal que forman Els Estanys no permitía la conexión entre el ejercito situado en tierra y las embarcaciones fondeadas  en la costa, una conexión a la que se refiere Polibio y que se considera fundamental para el apoyo logístico de la campaña.

Aunque ciertamente el paso a pie por el Estanys no es razonable, no es improbable que dada su configuración, la comunicación entre un campamento situado inmediatamente al sur de la sierra de Almenara, a su resguardo, tuviera comunicación posible con el mar, conocida  por  la avanzadilla exploratoria del  grueso del ejército.

Como conclusión se puede decir que esta última hipótesis no es ni incompatible con el relato de Polibio ni con las investigaciones arqueológicas, ni es inverosimil. Por lo tanto, la hipótesis de que hubo un templo griego en esa ubicación se puede seguir manteniendo a pesar de todo.

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El campamento romano en el Punt del Cid

Al contrario que sucede con el templo de Venus, es mucho más difícil sostener que el campamento del ejercito romano estuviese en aquella ocasión relatada por Polibio, o en ocasiones posteriores, en el Punt del Cid, una colina adyacente al sur de  la montañeta de Els Estanys.

Desde los años 1930s se tiene una descripción de los restos hallados en esta colina, debida a Schulten:

" El recinto amurallado presenta forma trapezoidal, en el que se reconocen cuatro esquinas. Las medidas máxima del trapecio son 470 metros de largo por 300 de ancho, siendo la superficie de 9,4 Has. El grueso de los muros varia entre 1 y 1,20 metros. Los muros están hechos de dos paredes con un relleno en medio.  Se conservan 15 torres: siete en la banda de 3-4 x 4-6 metros. en el lado sur se conservan dos torres que flanquean una puerta de 3 metros".

El hecho de que este recinnto apenas tenga divisiones interiores, su tamaño, su ubicación; hacen pensar de modo inmediato en que este fuese el campamento que utilizó el ejército de Escipión en el verano del 217 a. de C., que aparece en el relato de Polibio. Incluso se sacan conclusiones del tipo de que por la superficie ocupada este campamento habría acogido dos legiones.



¿Pero se trata de un recinto construido en época romana? Para dar respuesta a esa pregunta hacía falta una prospección más detallada.

Una primera campaña fue realizada en los años ochenta por Gusi, y ha sido publicada por F. Arasa.

Lo que podría ser más decisivo, en el caso de hallarse, son los restos de cerámica, que son los que permiten poner fechas. En este caso, pese a que la forma del recinto y sus construcciones interiores son compatibles con un campamento romano, sin embargo, la cerámica hallada es típicamente medieval. 

El problema entonces es que algo que se parece mucho a un campamento romano, salvo quizás en la poca consistencia de la fabrica, habría de fecharse como medieval. No se parece sin embargo a un castillo hispano-musulman ni a un refugio en altura medieval.

Parece algo hecho para durar, pero que duró poco. Que se buscaba la protección de la muralla, pero que no se necesitaba una defensa excesiva. 

(Quizás no se adivinaba el peligro pero el peligro llegó de repente).

¿Quién construyó el recinto? ¿En qué momento?¿Para qué fin? ¿Qué relación tenía con Sagunto?

la hipótesis del uso militar temporal no es descartable, pero habría que situarla en su contexto. Y ese contexto parece apuntar a un momento que no está lejos del final del Imperio, quizás en la época romano-bizantina, genéricamente altomedieval.

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